José Antonio Aybar F.
Los periodistas que trabajamos el mundo del entretenimiento tenemos la responsabilidad de legitimar o no a gente que del común pasa a figura de primer orden, de manera que, cargamos con un peso que si en su momento no sabemos valorar corremos con la culpa de colocar etiqueta de “personalidad” a cualquier “Juan de los palotes”.
Ejemplos hay por montones. La televisión se ha convertido en el medio que ha servido de tubo de ensayo, de laboratorio, para experimentar con gente que ha demostrado que no servía ni para “conejillo de Indias”.
Al momento de valorar el talento se superponen elementos secundarios que si bien complementan el trabajo no aseguran permanencia.
Revisando algunos espacios de la televisión local se puede usted encontrar con jóvenes cuya valoración para ocupar esos espacios está supeditada al físico. No pretenda un análisis de menos de cinco frases, porque se corre el riesgo de que no se entienda nada de lo que intentó explicar.
Del otro lado están aquellos que se prepararon y quizás no tuvieron a su favor una maquinaria mediática. Hay algunos sentados en el banco, en espera de un turno que les dé el espacio ocupado por quien sí encontró un “envalle” que le abriera las puertas de un espacio. Igual pasa en la música.
Analice usted algunas figuras de la música, sobre todo las surgidas en los últimos cinco años y se dará cuenta de que hay de todo en el la Viña del Señor.
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