23 junio 2015

Secretos que develan las mariposas sobre la vida

Mary Colwell

BBCmundo. A lo largo de la historia, las mariposas han sido símbolos no sólo de transformación y pureza, sino también de muerte y pecado. Hoy en día, los científicos las estudian para ver qué nos pueden decir de nuestro planeta cambiante.

Las mariposas parecen haber sido destiladas de la calidez del aire. Su efímera y frágil apariencia ha inspirado a poetas y músicos. Fueron "flores que vuelan y todo hacen excepto cantar" para el poeta estadounidense Robert Frost, pero algo más trágicas para Víctor Hugo. En su poema "La génesis de las mariposas", son "cartas de amor rotas que, por los cielos, aletean y flotan y se tornan en mariposas".
La almirante rojo, bella y siniestra.


Amargas o dulces, etéreas o siniestras, las delicadas alas de las mariposas han cargado con nuestras esperanzas y sueños durante siglos.

Según Peter Marren -quien acaba de publicar el libro "Rainbow Dust" ("Polvo de arcoíris") en el que explora muchas de las creencias sobre estas criaturas- su viaje del huevo a la oruga y luego a la crisálida para convertirse en una belleza alada ha evocado historias que resuenan con los misterios del alma, la vida y la muerte.

Para algunos, esas transiciones son símbolos de esperanza, una muestra de que el alma humana puede liberarse de las cadenas terrenales, de la oscuridad y la confinación y volar hacia la luz.
Divinas e infernales La diosa del alma griega, con sus alas de mariposa.

A los griegos de la antigüedad les cautivaba esa noción e identificaban a la mariposa con la esencia de nuestro ser, por lo que Psique, la divinidad que personificaba al alma, a menudo está representada con alas de mariposa.

Para la Grecia antigua, "la mariposa nos hablaba de nuestras vidas", le dice Marren a la BBC .

Pero no siempre fue así. Algunas mariposas han significado cosas muy distintas.

Los brillantes y fogosos colores de la vanesa o almirante rojo (Vanessa atalanta), con sus alas de negro aterciopelado manchadas de carmesí, inspiraron imágenes de un infierno.

En las artes plásticas, "se convirtió en la mariposa del averno", cuenta Marren.

Las blancas, por su lado, representaban pureza y esperanza.

E incluso las menos coloridas, hasta desaliñadas, han sido usadas en la pintura para reflejar nuestros temores.

En "El jardín de las delicias" del holandés Hieronymus Bosch (El Bosco), diablos con alas de mariposas Maniola jurtina y ortigueras (Anglais urticae) forman parte del infierno y le hacen cosas desagradables a la gente. Están muy lejos de ser esas bellezas que revolotean en un reino etéreo. Detalle de "El jardín de las delicias" de El Bosco.

Los ocelos -esas manchas en forma de ojo- en las alas de algunas mariposas no siempre fueron vistas como un diseño que les sirve para espantar depredadores hambrientos sino más bien como un instrumento de Dios para vigilarnos. Así, se convirtieron en espías morales enviadas a un mundo en el que es muy fácil caer en la tentación.

Eran ellas las que nos observaban, pero hoy en día, somos nosotros los que lo hacemos... e intensamente, pues se han tornado en un presagio moderno del destino.
 
La diosa del alma griega, con sus alas de mariposa.
Profetas

Lo que estamos viendo es que las mariposas se están yendo de los sitios en los que han vivido por cientos de años.

Sólo en Reino Unido, la C-blanca (Polygonia c-album) se ha mudado 220 kilómetros hacia el norte, del centro de Inglaterra a Edimburgo, en dos décadas. En el mismo período, la Erebia epiphron se fue a vivir 150 metros más arriba en las montañas y se extinguió en las altitudes más bajas. Y la mariposa de los muros (Pararge aegeria) se ha estado moviendo hacia el norte desde 1940. En 2014, hicieron falta 500 millones de mariposas monarca.

Nos fijamos en la sensible mariposa pues su comportamiento es un efecto visible de un mundo que se está calentando, y cada vez nos interesa más lo que nos está diciendo.

En América, la población de mariposas monarca ha caído en picada. Esa belleza, que a menudo ha sido descrita como fragmentos de vidrio de color que caen con los rayos del Sol, es la que recorre una ruta de 4.000 kilómetros entre México y Canadá.

En 2004, se estima que 550 millones llegaron a su hogar invernal; diez años más tarde, en 2014, había apenas 50 millones, una reducción del 90%.

Por ello hoy en día el aleteo de las mariposas nos obliga a prestarle atención a lo que está pasando a nuestro alrededor. Son tanto heraldos como víctimas del cambio climático y las estamos estudiando por lo que nos pueden decir sobre el futuro de la vida en la Tierra.

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