TESTIGO
José Antonio Aybar F.
aybarjo@gmail.com
Los programas de entretenimiento de la televisión dominicana tendrán que someterse a un proceso de recomposición como arma para atraer a una teleaudiencia que ya despertó y se muestra renuente a continuar presenciando el circo en que han convertido muchos de esos programas.
La proliferación de jóvenes de pechos protuberantes y “sentaderas atómicas”, asidas a un micrófono con etiquetas forzadas de “comunicadoras”, “presentadoras” y “animadoras” son un peligro que atenta contra la buena dicción y la imagen que debe proyectar una verdadera profesional de la comunicación.
Pero los hay también del sexo masculino. Aquí los pechos y “sentaderas” son sustituídos por fornidos biceps, corte de pelo a lo James Dean y ropa tan ceñida al cuerpo que si lo aprietan por la cintura se saldrían como una pasta dentrífica.
La imagen, que no siempre bien puesta, sustituye al conocimiento.
Hay una carrera por llegar a la meta y alcanzar la medalla de lo absurdo, lo grotezco, de lo risible y hasta lo burlesco.
Y en esa vorágine que atenta contra el buen gusto, los programas diarios, como los semanales, necesitan una reorientación.
Que hay excepciones a la regla, es verdad.
Se pueden contar con los dedos de una mano y sobrarían tres.
Los demás… parafraseando a Roberto Cavada… ¡Son los demás!
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