José Antonio Aybar F.
A mediados de los 80 un reducido grupo de dominicanos aplaudía el que la ex tenista dominico-estadounidense de ascendencia cubana y española, Mary Joe Fernández, llevara la sangre criolla. Y no era así, pero todos quisimos colocarle la etiqueta de “Hecha en Dominicana”.
La actriz Michelle Rodríguez nació en Estados Unidos, hija de Rafael Rodríguez, puertorriqueño, y la dominicana Carmen Pared Espinal, residió varios años en el país, a partir de 1986 y luego en Puerto Rico hasta los 11 años de edad. Más tarde se estableció en Nueva Jersey.
Cuando nos enteramos de su procedencia aplaudimos ese “gran logro de los dominicanos”. Zoe Saldaña nació en New Jersey y a la edad de nueve años, tras la muerte de su padre, dominicano, la familia se mudó a la República Dominicana, regresando a Queens, años después.
En su momento enfilamos los cañones contra Alex Rodríguez, porque todos decíamos que era dominicano y en un Juego de Estrellas, llegado el momento de presentarse dijo: “Alex Rodríguez, USA”. Eso bastó para que lo crucificaran.
El actor Amaury Nolasco, puertorriqueño, hijo de padres dominicanos radicados en Puerto Rico, es el protagonista de la película “El Teniente Amado”, de Huchi Lora.
Esto ha levantado ronchas y lastimado epidermis muy sensibles, incluso las de aquellos que aplaudían la etiqueta “Made in Dominican Repúblic” de los personajes antes mencionados. La presencia de Amaury, así como la de otros actores extranjeros, en producciones locales, busca la penetración del cine dominicano en el mercado internacional.
El artículo 7 de la Ley de Cine, acápite 16, establece que una producción para que sea dominicana debe contar, como mínimo: con que sea dominicano el director de la obra cinematográfica o el actor principal o el actor secundario y, al menos, dos de las siguienes personas: director de fotografía, diseñador de producción, director artistico, escenógrafo, autor o autores del guión, autor o autores de la música, etc.
La internacionalización del cine dominicano depende de dos factores importantes: la realización de co producciones y la participación de actores extranjeros.
La presencia de estos en el cine dominicano no es ningún atentado contra el talento criollo como se ha dicho. Adoptemos una visión más allá de las fronteras locales y desterremos ese nacionalismo retrógrado.
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