"Twitter es un buen sitio para decirle al mundo lo que estás pensando antes de que hayas tenido la oportunidad de pensarlo". Chris Pirillo, blogger.
Todas las constituciones democráticas establecen el derecho humano a la privacidad.
Es un derecho innegociable.
Mucho se ha escrito y hablado sobre el derecho a la intimidad y a la vida privada de las figuras públicas.
Cuando se es famoso y popular, ese derecho puede verse afectado, porque los demás, sobre todo los fanáticos, consideran que tienen licencia para saber todo lo que ocurra en el entorno de ese personaje.
Cuando algún medio de comunicación ha pasado la raya divisoría de la vida pública y la privada las críticas contra medios y comunicadores no se han hecho esperar.
¿Quién convierte a una persona anónima en figura pública?
Los medios de masa y el público que tiene la última palabra en lo que a aceptación se refiere.
En ese sentido la figura recibe privilegios de ese público que busca escudriñar más allá de lo permitido, porque considera que así como le otorga la buscada fama obtiene el derecho de someterlo al escrutinio público.
Sin embargo la discrecionalidad es un derecho que le asiste a la figura pública.
Pero la pregunta que cabe es ¿Y cuándo es esa figura que para sonar y ocupar espacios en los medios pasa esa raya divisoria y maneja sus intimidades públicamente?
¿Pierde el derecho a mantener a raya a los medios de comunicación para que no toquen su vida privada?
El ejemplo de varias figuras de la música que en los últimos dos días han hecho públicas sus diferencias personales con sus ex parejas, utilizando la televisión y las redes sociales, coloca el tema sobre el tapete.
Lo cierto es que con actitudes como éstas las figuras que así actúan le están dando licencia permanente a los medios de comunicación para borrar de golpe y porrazo la ya mencionada línea divisoria.
En buen dominicano, han “afilado cuchillo para su propia garganta”.
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