Ismael Cala trabajó de mesero en un restaurant dominicano en Toronto. Hoy es uno de los más influyentes periodistas de CNN en Español
José Antonio Aybar F. (aybarjo@gmail.com)
Haciendo un análisis retrospectivo qué añora de la Cuba que dejó?
No seré ni más ni menos cubano por aferrarme a determinados símbolos. "La procesión va por dentro", como se dice popularmente. Añoro cosas muy puntuales, entre ellas el pueblo donde nací (El Caney, a ocho kilómetros de Santiago), sus famosos mangos, los amigos a los que nunca más he visto, a la familia... Eso sí, he intentado olvidar la mediocridad circundante. Nuestro cerebro es sabio. Cuba es un bello país, preparado humana y culturalmente para que los ciudadanos vivan con bienestar y tranquilidad, pero en muchas cosas parece un lugar donde el tiempo se detuvo. Eso no lo extraño para nada. Soy un conquistador de sueños.
José Antonio Aybar F. (aybarjo@gmail.com)
Su entrada a la radio cubana a los ocho años de edad no fue fortuita. A Ismael Cala el destino lo llevaría por los caminos de la comunicación aunque al llegar los años universitarios se inclinó por estudiar Historia del Arte en su natal Cuba.
A los 15 años Cala se inicia en la televisión de su país, pero es con su llegada a Canadá cuando decide estudiar periodismo y producción de televisión en la Universidad de York.
Antes trabajó en un restaurante dominicano en Toronto, donde una compatriota que ya conocía su trabajo en la televisión cubana se sorprendió al verlo de mesero.
"¿Tú no eres Ismael Cala, el presentador? Niño, y qué haces aquí de mesero, si tú eres una estrella en Cuba". Yo le dije: "Señora, estoy aquí empezando de cero, recomenzando mi vida, quiero conquistar el mundo”, recuerda Cala, quien hoy puede decir que sus palabras fueron premonitorias.
Con el paso del tiempo se preparó, cursó estudios de comunicación y tras acumular experiencias en programas televisivos de los Estados Unidos el periodista cubano se ha consolidado como una figura incluyente a través de su espacio “Cala”, de transmisión diaria por CNN en Español, donde entrevista a personalidades del arte, la política, la literatura y la comunicación.
Aunque hoy disfruta de uno de sus mejores momentos no todo ha sido color rosa en la vida del exitoso comunicador que hoy comparte sus experiencias con Qué Pasa!
Estudió Historia del Arte, pero con el tiempo se ha convertido en una de las principales figuras de la comunicación latinoamericana, ¿cómo se dio esa transición?
La historia y el periodismo se complementan. La historia nos enseña el pasado, pero no como un simple recordatorio, sino para comprender mejor el presente y el futuro. Y, justamente, los periodistas trabajamos el presente, la realidad. Al principio de mi carrera no tuve muchos vínculos con el periodismo, porque los medios cubanos eran (y son) demasiados solemnes. Pero, cuando llegué a Canadá se abrió otro mundo ante mis ojos y pude estudiar periodismo y producción de televisión en la Universidad de York. Lo mejor que me ha pasado es haber estudiado esas dos carreras. Los programas académicos de periodismo muchas veces tienen déficits de historia, filosofía, arte y literatura. Y esos conocimientos hay que dominarlos antes, durante y después de terminar la universidad.
A que edad inicia en la televisión?
A los 15 años, en el programa Señal 2000, de Tele Turquino, en Santiago de Cuba. Era un programa para jóvenes, donde las orquestas tocaban en vivo.
Siendo una figura de la televisión cubana de repente se vio trabajando de mesero en Toronto. ¿Qué ocurrió para que se diera ese cambio tan drástico?
Fue difícil dejar la radio y la televisión cubanas para ir trabajar a un restaurante canadiense. Pero esa ha sido la mejor decisión de mi vida. Fue algo muy meditado. En Canadá confundía los platos y las bebidas, apenas hablaba inglés, pero valió la pena. Fue una etapa dura, pero formadora.
¿Cómo manejó el ego con una situación por la que otra persona se hubiera quebrado?
Tuve que servir a una familia, que me reconocía de la televisión en Cuba, en un restaurante dominicano en Toronto. La señora, que estaba visitando a su hijo, le susurraba que me conocía, hasta que se atrevió a preguntar: "¿Tú no eres Ismael Cala, el presentador? Niño, y qué haces aquí de mesero, si tú eres una estrella en Cuba". Yo le dije: "Señora, estoy aquí empezando de cero, recomenzando mi vida, quiero conquistar el mundo. Hoy este restaurante me da de comer, y para vivir. De aquí a tres años, veremos dónde estoy". Fue difícil no sucumbir, el ego golpeado, la humildad a prueba de tormenta.
No seré ni más ni menos cubano por aferrarme a determinados símbolos. "La procesión va por dentro", como se dice popularmente. Añoro cosas muy puntuales, entre ellas el pueblo donde nací (El Caney, a ocho kilómetros de Santiago), sus famosos mangos, los amigos a los que nunca más he visto, a la familia... Eso sí, he intentado olvidar la mediocridad circundante. Nuestro cerebro es sabio. Cuba es un bello país, preparado humana y culturalmente para que los ciudadanos vivan con bienestar y tranquilidad, pero en muchas cosas parece un lugar donde el tiempo se detuvo. Eso no lo extraño para nada. Soy un conquistador de sueños.
Existe una gran afinidad con República Dominicana y se nota cuando por alguna razón debe tocar el tema dominicano. ¿A qué se debe?
A que somos caribeños, empecemos por ahí. Nos parecemos mucho. Santiago de Cuba, mi tierra natal, está más cerca de Santo Domingo que de La Habana. Y lo más importante, la familia que me ayudó a comenzar mi vida en Canadá es dominicana: el señor Ramón Hernández y su esposa Elena, con sus hijos. Todos se convirtieron en una familia para mi. Ramón no solo me dio trabajo y consejería como padre, sino que, sin conocerme, me adoptó como un hijo. ¿Cómo no agradecer a los dominicanos? En su nombre, siempre les reconozco su hospitalidad, esa misma que sentí en febrero en mi primer viaje a la isla. ¡Qué gente tan linda y alegre!
Cuántas veces ha visitado República Dominicana y cuándo regresa?
Dos veces. La primera fue en febrero, como ya dije, cuando asistí al Parlamento Juvenil Dominicano. Ahora estoy aquí para participar en el V Foro de Competitivad de las Américas.
En corto tiempo "Cala" se ha convertido en uno de los principales programas de la televisión de Latinoamérica. ¿Cómo se logra?
Con mucho estress. Aunque no lo parezca, somos un equipo que vive trabajando detrás de cámaras y un programa así requiere de un esfuerzo colectivo importante. Luego, cuando uno tiene una visión y unos objetivos claros, las cosas siempre salen mejor. Las cualidades de los entrevistados también son importantes. La variedad ayuda a que nadie se aburra. Y, sobre todo, a que no nos aburramos nosotros, porque esa sería la primera señal de alarma.
De sus entrevistados cuál es el personaje del que puede decir "cuánto aprendí"?
De cada uno, sea una celebridad, un político, un científico o gente común, podemos sacar una interesante historia de vida. De todos aprendo algo. Recuerdo especialmente las entrevistas con Maickel Melamed e Ileana Rodríguez, una nadadora cubana que quedó en silla de ruedas a los 15 años . Dos seres humanos increibles. Los dos hoy son referentes del verdadero crecimiento humano, ese que mueve montañas.
Por "Cala" ha desfilado importantes figuras dominicanas, con cuál de éstas le gustaría repetir la experiencia y por qué?
Repetiría con la doctora Nancy Alvarez. Hay mucho que educar a la gente con relación a familia, relaciones sanas, respeto mutuo, convivencia y educacion sexual. Ella tiene su mensaje demasiado claro... Y respeto mucho lo que hace.
La clave para ser un buen periodista y no morir en el intento?
Ser uno mismo, estudiar, prepararse. Lo que algunos llaman "improvisación", como cualidad de un periodista o locutor para hablar de algo sin leer un papel, no sirve pare nada si dicha improvisación no se basa en experiencias y conocimientos previos. La clave está en la preparación. No hay que ser un genio, pero sí tener un mínimo de inteligencia, la mente muy abierta y también un poco de carisma.
Es uno de los comunicadores que mayor partido saca de las redes sociales. Independientemente de tener una gran cantidad de seguidores a los cuales llegar, cuál es el mayor beneficio que Ismael Cala ha recibido de las mismas?
Las redes sociales han cambiado al mundo. Ahora los televidentes participan en la producción de los programas, y eso para mi es muy importante. Dedico muchas horas al día a leer y dialogar con los espectadores de mi programa a través de Twitter (@calacnn) y Facebook ( calacnn). El mayor beneficio es establecer un tipo de sintonía y feedback que antes era impensable, al menos en esa dimensión. La mayoría de los tuits son elogios y sugerencias. También hay críticas (feroces y moderadas), y algún que otro desubicado que pretende insultar escudándose en el anonimato. Las redes sociales son como la vida misma.
Cuál es el secreto para saber escuchar sin interrumpir?
Existe un tiempo real y un tiempo psicológico. Si el televidente se agota escuchando a alguien, da igual si éste llevaba 10 minutos hablando o 30 segundos. Un presentador debe atender ambos tiempos, y saber cuándo pasar a la próxima pregunta o cuándo dejar que la persona explique más. Con el tiempo real cumplimos con los horarios establecidos, pero con el psicológico cumplimos con el televidente. Yo interrumpo cuando creo que la pregunta ha sido contestada, cuando el que ve el programa puede empezar a aburrirse o cuando necesito reencaminar la pregunta. Para eso escucho detenidamente al entrevistado, soy respetuoso con las ideas de los demás y evito convertirme en el centro del espectáculo.
UN APUNTE
Defíname con una palabra:
Cuba: Música
CNN: Profesionalismo
Periodismo: Independencia
Oprah Winfrey: Excelencia
Ismael Cala: Intrepidez
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