“La deslealtad lo marca a uno como siendo menos que el polvo de la tierra, y trae además el desprecio que se merece. La falta de lealtad es una de las mayores causas del fracaso de cada camino de la vida”. (Napoleón Hill).
El actual proceso electoral que se lleva a cabo en la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) no ha sido el más agresivo de los realizados en la institución en sus casi 30 años de fundada, aunque hoy se alcen voces en ese sentido. Sí tiene la particularidad de que ha despertado resquemores guardados en gente que uno pensaba incapaz de actuar de la manera que lo ha hecho durante todo el proceso.
El candidato José Tejada Gómez, a quien apoyo, tiene la ventaja de que los ataques hacia su candidatura se han dispersado. Entre quienes apoyamos a Tejada Gómez he sido uno de los más atacados y con mayor virulencia. Hace casi un mes mi correo fue atacado, por primera vez, dos semanas después enviaron un supuesto retiro de mi apoyo a José Tejada Gómez. Algunos tomaron esta afrenta muy a la ligera. El pasado jueves alguien envió un desafortunado correo con la intención de provocarme. Quien lo hizo no logró su objetivo, aunque hay gente que se deja envolver por la telaraña mezquina de la cizaña.
Esos son otros 500. El tiempo dirá.
Hay gente que no entiende que, independientemente del resultado del sábado, el mundo seguirá girando y todos continuaremos viéndonos las caras.
Si algo positivo he aprendido de esta campaña es que no “estaban todos los que son, ni son todos los que estaban”.
He participado en muchas contiendas electorales en Acroarte y la experiencia me ha dado la oportunidad de conocer al ciego durmiendo y al cojo sentado.
Las campañitas no me amilanan, por el contrario siempre las he usado para crecer y creanme que la de ahora no ha sido la excepción.
He aprendido mucho, sobre todo a saber de lealtades. En la vida hay que aprender a leer entre líneas y atender las actuaciones de aquellos en los que se ha confiado el aprecio, el cariño, la amistad, la relación de tantos años, porque en un abrir y cerrar de ojos las campañitas surten su efecto, pero nada queda oculto, todo sale a flote.
Así que, confiado, me siento a esperar.
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