Entrevista sin condiciones

Ernesto D'Alessio y Tony Dandrande.
(Foto: Univision.com)

A propósito del impasse suscitado entre el periodista dominicano Tony Dandrade, de la cadena Univisión y el actor mexicano Ernesto D’Alessio, quien, incómodo con una pregunta formulada por el comunicador criollo pidió que éste fuera sacado de su camerino, se coloca de nuevo sobre el tapete el tema de la libertad de prensa.

Semanas antes, el hijo de la cantante Lupita D’Alessio, habría revelado a la prensa que en determinado momento consumió drogas junto a su madre, aunque después dijo a otro medio que fue sacado de contexto.

La pregunta de Dandrade sobre la conversión al evangelio de parte de Lupita incomodó a Ernesto. “Háblame del momento en que tu madre también acepta a Jesús”, preguntó el periodista dominicano, a lo que el actor respondió: “Pues mira para eso tendrías que hablarle a su manager, te doy su dato, Jaime Sánchez”.

Tony le contestó “A mí nadie me puede imponer preguntas”, provocando que D’Alessio suspendiera la entrevista y lo invitara a salir de su camerino. “Te estoy botando. A mí no me importa quedar bien con Univisión, contigo, con nadie”, dijo Ernesto.

La historia de la comunicación está preñada de incidentes en los que un entrevistado agrede, física y/o verbalmente, al entrevistador, en el entendido de que las preguntas deben estar sujetas a un programa elaborado por su publicista o empresa de manejo, acomodando el camino por el que debe transitar un ejercicio democrático como lo es una entrevista.

Es un mal medular provocado por la sumisión de algunos “comunicadores” con el propósito de no dejar escapar una primicia o una entrevista que consideran un “palo” noticioso.

El enfrentamiento entre entrevistado y entrevistador debe darse dentro del marco del respeto, pero el periodista no debe nunca perder de vista su principal objetivo, y es el de sacar la mayor informació posible del tema tratado y convertirse en el representante de aquellos que quisieran preguntar y no tienen los medios. Sin imposiciones, ni cortapisas.

 

(Columna Testigo, José Antonio Aybar F./Qué Pasa/El Nacional)