José Antonio Aybar F.
aybarjo@gmail.com
Don Roberto Gómez Bolaños fue un genio que reflejó en cada uno de sus personajes la cotidianidad y la realidad de las sociedades donde la ausencia de las servicios más elementales empobrecen aún más a quienes menos tienen o no tienen nada.
El Chavo del 8 es su paradigma, el niño cuya pobreza lo obliga a dormir en un barril, en el centro de una vecindad espejo de todas las vecindades de la América Latina.
El Chapulín Colorado, un paladín de la justicia, pero héroe torpe del que se aprovechan de su nobleza hasta los buenos, aunque al final de cada historia no contaran con su astucia para para dar con la solución del problema.
El doctor Chapatín, con su inseparable y misteriosa bolsa (funda) en mano, es el médico en retiro que con sus ocurrencias lleva a la desesperación a sus pacientes y nunca consigue las curas para sus males.
El “loquito” Chaparrón Bonaparte, quien a través de sus sanas locuras refleja la genialidad de Chespirito en la psicología de sus personajes.
El Chómpiras, el ladrón bonachón que se deja arrastrar por sus cómplices, siempre jefes, Peterete (Ramón Valdez), en una primera etapa y El Botijas (Edgar Vivar), en otra.
Personajes con un mismo ropaje: la denuncia.
Junto a Florinda Meza, su inseparable pareja, esposa a partir del 2011, tras 20 años de convivencia, Chespirito formó un dúo que enfrentó las embestidas de propietarios de canales de televisión y productores con los cuales nunca quiso compartir su talento.
Lo mismo en la política, de cuyo ejercicio preferían mantenerse alejados, aunque en alguna ocasión Gómez Bolaños se identificó con algún candidato de PAN, lo que le endosó la malquerencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Amén de esta situación ambos se manifestaban apolíticos. En 2004, cuando Acroarte los reconoció, a horas de regresar a México, le mostramos una buena cantidad de fotografías de su estadía en el país a doña Florinda para que escogiera a su gusto. Entre éstas le mostramos una de Chespirito y ella junto al presidente de entonces, Hipólito Mejía, la cual rechazó y muy amablemente nos dijo: “esa se la pueden quedar, es que nosotros no nos guardamos fotos con presidentes”.
Chespirito nos miró y con un tono muy a lo Chavo del 8, agregó: “Eso, eso!”.
Descansa en paz Chespirito.
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