José Antonio Aybar F.
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“Siempre sentí que el gran privilegio, el alivio y la comodidad de la amistad era que uno no tenía que explicar nada”. (Katherine Mansfield).
La amistad nunca podrá estar sustentada en favores, cumplidos y ocultamiento de fallas humanas, elogios y halagos interesados.
La amistad se fundamenta en la solidaridad, el afecto, el cariño, el amor y la protección, pero sobre todo en la franqueza para decir la verdad a la persona cuando se desvía hacia comportamientos indebidos.
La amistad no debe ir de la mano de los intereses y el favoritismo, porque se convierte en un negocio de toma y daca.
La génesis de la amistad viene dada a través del trato, el respeto mutuo y el aprecio recíproco.
La amistad por conveniencia no encontrará nunca terreno fértil. Allí solo brotará mala hierba, nunca frutos provechosos.
Para que nazca la amistad sincera tiene que existir la reciprocidad y como dijo el Dalai Lama “…sólo podía tener lugar a través del desarrollo del respeto mutuo y dentro de un espíritu de sinceridad”.