José Antonio Aybar F.
aybarjo@gmail.com
En nuestro primer viaje a Italia (2000) la noticia del
momento en ese entonces era el peligro que corría el Coliseo Romano, ante la cantidad de palomas que habían hecho del
lugar su habitat.
Los noticieros de televisión y la prensa escrita se hacían
eco de que el excremento de las aves estaba deteriorando las piedras del
coliseo, sin que las autoridades pudieran hacer algo para evitarlo.
La noticia de que un fragmento del Coliseo se desprendió
este lunes de uno de los muros externos del monumento, según informó la
directora del Coliseo, Rosella Rea, regresó a nuestra memoria esa inolvidable
estadía en la capital italiana.
Algunos turistas que se encontraban en la zona y que
posteriormente avisaron a la Policía dan cuenta de el deterioro progresivo del
emblemático monumento.
Según los primeros análisis el desprendimiento habría sido
provocado por una paloma.
Los bomberos han cercado la zona para evitar nuevos
incidentes y han anunciado que en marzo próximo se comenzará la restauración
del anfiteatro romano, financiado por el director de la firma Tous, Diego della
Valle.
Y ante este anuncio recordé una frase que me soltó un
italiano cuando le comenté sobre que las estructuras de la capital estaban
avejentando en contraposición con los avances ferroviarios en las principales vías
romanas: “Roma avejenta porque cada calle o monumento que se rompa destruirá
una parte de la historia”.
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