A Joaquín Sabina prefiero escucharlo en mi vehículo, en mi hogar o tomando un café en una acera de una plaza madrileña, como tuve la suerte de hacerlo hace un buen tiempo ya y no en un Palacio de los Deportes cuya acústica insufrible es un irrespeto a cualquier grande como él.
Tal y como mi buen amigo José Francisco Arias, prefiero a un Sabina más ìntimo, donde nos podamos pasar "19 días y 500 noches" escuchando sus poemas hechos canciones, aunque el tiempo se vaya tal y como se diluye "un trozo de hielo en un whiskie on the rock".
Esta mañana recibí la irrechazable invitación del también buen amigo Fausto Polanco para que nos sumáramos a un selecto grupo de cronistas que, esta noche, tendrán la oportunidad de disfrutar de Sabina en la Gran Arena del Cibao. Lamentablemente, compromisos en la Capital me lo impidieron.
Pero estoy más que seguro de que José Francisco, Fausto y los demás amigos que en este momento se dirigen a la Ciudad Corazón formarán parte de una noche mágica, donde Sabina, no importan sus "boches" al público, a su público, sabrá escribir una de las más inolvidables noches en la historia de ese gran aforo de Santiago de los Caballeros.
Salud!!!
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